Sobre mí

Te voy a resumir mi trabajo en tres frases.

Capturo momentos que tus hijos van a recordar durante toda su vida.

Algunos padres me contratan pensando que las fotos van a ser recuerdos para ellos mismos porque les hace ilusión tener fotografías de sus recién nacidos, o de sus hijos ya algo más crecidos.

Y, aunque es obvio que así será, te puedo asegurar que quienes más van a disfrutar de esas fotografías y de esos recuerdos son sus hijos a lo largo de toda su vida adulta.

Y no te lo digo por decir.

Verás.

Yo, como todo el mundo, también he sido niño, y convivía con dos hermanos que, aunque de vez en cuando nos peleábamos, compartíamos una cosa maravillosa en común: unos padres que nos querían con locura.

Nuestros padres siempre han conservado con mucho cariño un sinfín de recuerdos de los tres.

Ya sabes, nuestros dibujos, manualidades hechas en el colegio, los dientes de leche (que resulta que no se los había llevado un tal ratoncito Pérez), medallas y trofeos de nuestras pequeñas hazañas… ese tipo de cosas.

Y, aunque todo eso tiene mucho valor para nosotros, hay una cosa que sobresale por encima de todo. Algo que tiene un valor incalculable:

Los álbumes de fotos de nuestra infancia.

No voy a engañarte, ya no soy ningún jovenzuelo, así que tenemos una buena cantidad de álbumes con sus respectivas fotos analógicas, de esas que llevabas con ilusión a revelar y que se conservan a día de hoy como si fueran un tesoro.

Mi madre sigue teniendo los álbumes de su infancia perfectamente catalogados y todavía los mira de vez en cuando para recordar esos buenos momentos vividos con amigos y familiares.

Y, por supuesto, álbumes de nuestra infancia, los cuales disfruto viendo cada cierto tiempo.

Es como volver a la mejor época de mi vida.

Puedo ver y recordar cómo éramos entonces y revivir momentos con gente que ya no está entre nosotros.

Y ese, precisamente, es el motivo por el que siempre me he visto atraído por la fotografía.

Pocas cosas tienen más poder que la fotografía para inmortalizar recuerdos y revivirlos. Es ver una sola fotografía de mi infancia, y me traslada automáticamente a ese mismo momento.

Es como si pudiera volver a sentir todo lo que rodeaba a esa fotografía: el lugar, la compañía, los olores, las voces…

Como te decía antes, ya no soy ningún jovenzuelo, y ahora soy padre de dos niñas preciosas.

Y los tiempos han cambiado mucho desde que yo era pequeño.

Lo digital se ha comido a lo analógico, los retratos se han cambiado por los selfies, y el “Perdona, ¿nos haces una foto?” se ha sustituido por un palo extensible.

Pero hay una cosa que no ha cambiado en absoluto: las ganas de coleccionar recuerdos.

Ahora, como padre, hago lo mismo que hacían los míos con nosotros.

Tengo un cajón lleno de sus dibujos, de sus trabajos del colegio y de las medallas que van recibiendo.

Pero, si hay una cosa por la que tengo predilección, es por hacerles fotos siempre que tengo oportunidad.

Además, juego con una ventaja que mis padres no tenían.

Y es que no se me da nada mal la fotografía, porque ha sido mi pasión y mi profesión durante los últimos 15 años.

Y si una foto desenfocada, mal encuadrada, y castigada por el paso del tiempo es capaz de evocar unas sensaciones tan fuertes como para trasladarte al preciso momento en que fue tomada, imagínate lo que puede provocar una fotografía cuando se realiza con los conocimientos necesarios y buscando un nivel más estético y creativo.

Pues eso es exactamente a lo que me dedico y lo que puedo hacer por ti.

Y como te decía al principio, aunque contrates una sesión con la idea de que serán simplemente unas fotos de recuerdo para ti, en realidad, lo que te estás llevando a casa es una cápsula del tiempo a la que acudirán tus hijos una y otra vez durante toda su vida para revivir ese momento y recordar lo feliz que fue su infancia junto a su familia.

Si quieres tener tu propia cápsula del tiempo, escríbeme para reservar tu sesión:

SI te gusta nuestro trabajo y tienes alguna duda ponte en contacto con nosotros, ¡estaremos encantados de hablar contigo!

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